jueves, 14 de junio de 2007

Economia capitalista

Economia capitalista

Economía capitalista es una evolución de este concepto al incluir el trabajo asalariado conmo la relación vinculante entre los propietarios de los medios de producción, los capitalistas, y los trabajadores libres, pero que sólo disponen de su fuerza de trabajo para subsistir, los proletarios. Redondeando el argumento toda economía capitalista es de mercado pero la afirmación recíproca no es necesariamente cierta.

La economía capitalista más pura, en donde las fuerzas del mercado estuvierion más a sus anchas, quizás, fue en la Inglaterra librecambista del siglo XIX en plena Revolución Industrial. El precepto de 'dejar hacer dejar pasar' No obstante la Grabn Depresión de los años 30 obligó a un replanteamiento de la política económica desde Keynes en adelante. Se vio la necesidad de que l Estado participara más en la gespor disponible mostraba que la actividad económica y el empleo se encontraban euna trayectoria de crecimiento; la expansión de los socios comerciales impulsaba las exportaciones; las expectativas privadas de crecimiento económico, así como la confianza de los consumidores, mejoraban paulatinamente y la inflación evolucionaba en forma estable. De hecho, el nivel del PIB en el último trimestre de 1999 había superado los más altos niveles del pasado, dejando atrás la recesión en el áeconomía chilena eran satisfactorias, apoyadas por un escenario externo favorable y por el estímulo de las condiciones monetarias. A su vez, la evolución esperada para la inflación era coherente con la meta establecida para el mediano plazo, aún cuando era evidente que presentaría un aumento en los meses posteriores como consecuencia del arrastre del alza en el precio del petróleo.

En este contexto general, se evaluó que la tasa de interés de política monetaria situada en 5,5% (sobre la variación de la UF) era apropiada para preservar un ambiente de estabilidad de precios, que a su vez favorece un crecimiento económico sostenible. Las expectativas privadas, en cambio, anticipaban un rápido incremento de la tasa de interés de política hacia su promedio histórico – cercano a 6,5% (sobre UF) - basadas en un diagnóstico más expansivo del gasto en la economía nacional.

Sin embargo, desde mayo hasta fines de agosto se acumuló evidencia de un menor dinamismo de la demanda interna, la que fue inclinando negativamente el balance de riesgos inflacionarios y que finalmente llevó al Banco Central a reducir su tasa de interés de política monetaria en 50 puntos base en su reunión del 28 de agosto último. La información que recibimos a fines de agosto era lo suficientemente fuerte como para no demorar una decisión al respecto.

Esta decisión se adoptó con el fin de mantener la evolución de la demanda interna acorde con la meta de inflación de entre 2% y 4% considerando que, bajo un escenario alternativo en que la tasa de interés de política no se corregía, las perspectivas de la inflación total y subyacente se habrían acercado al 2% anual hacia fines del 2001 y a través del 2002, con un riesgo significativo de romper el límite inferior de la meta rango establecida.

Se espera que el efecto de la reducción de la tasa de interés de política monetaria sobre la demanda ocurra a través de los mecanismos de transmisión habituales, incluido un efecto positivo sobre las expectativas de los agentes.

En el ámbito internacional, y luego de un período de mayor incertidumbre y turbulencias financieras entre fines de abril y fines de mayo, se afianzó la expectativa de un continuado dinamismo de la economía mundial (superior a 4% anual en los próximos dos años), se redujo el riesgo de un aumento brusco de las tasas de interés en EE.UU., en tanto que las condiciones de financiamiento internacional mejoraron levemente.

Aún así, en términos de los mercados, se continuaba con una situación de baja disponibilidad de liquidez internacional para las economías emergentes, atizada por la fuerte absorción de recursos financieros por parte de la economía de los EE.UU. Asimismo, el precio del petróleo experimentó un aumento adicional e inesperado en los mercados externos, situándose sobre los 30 dólares por barril. Esta situación acarreó un aumento de los costos de producción y una pérdida de ingresos reales para la economía chilena por sobre lo que se preveía en mayo, pérdida que se ha ido traspasando paulatinamente a los consumidores nacionales. En efecto, por cada dólar que sube el precio internacional del petróleo el ingreso nacional se reduce en cerca de 0,1% en un año. Aunque se supone que el precio del crudo mostrará un descenso gradual durante los próximos 24 meses, la actual proyección es superior a lo que se había anticipado en mayo último.

En el ámbito nacional, durante los últimos meses se acumuló evidencia más sustantiva de una disminución en el dinamismo del producto y el empleo. Los antecedentes relativos al segundo trimestre confirmaron un descenso de la tasa de expansión del PIB, a un ritmo del orden de 2% anual medido entre trimestres y corregido por estacionalidad, mientras que la tasa de creación de empleos se detuvo, lo que significó el repunte de la tasa de desocupación en meses recientes.

Del mismo modo, aunque la tasa de crecimiento de la demanda interna experimentó un incremento, sus componentes más permanentes, como son el consumo y la inversión, experimentaron una desaceleración entre abril y julio. En este contexto, las expectativas de crecimiento económico y los índices de confianza revirtieron su mejoría previa.

Por su parte, el aumento de los precios internos de los combustibles, debido al fuerte incremento del precio internacional del petróleo, fue mayor de lo que se esperaba. No obstante, las mediciones de inflación subyacente (que excluyen los precios de combustibles y perecibles, pero incluyen los de la movilización colectiva), junto con la variación de los salarios, mostraron un comportamiento estable e incluso levemente descendente.

Esta trayectoria revela, hasta ahora, escasos efectos de segunda vuelta asociados al aumento del precio del petróleo, y es un mejor reflejo de las presiones duraderas sobre la inflación que el que aporta la medida del IPC total. Asimismo, durante los últimos meses las expectativas inflacionarias del sector privado se mantuvieron estables e incluso registraron un leve descenso.

Con esta información, las expectativas de incrementos en la tasa de interés de política monetaria que prevalecían en el mercado en mayo último fueron disminuyendo paulatinamente en los meses siguientes, lo que trajo consigo una reducción significativa de toda la estructura de tasas de interés y el consecuente aumento del tipo de cambio nominal y real.

Como resultado de estos desarrollos, en las reuniones de política monetaria que sostuvo el Consejo del Banco Central en los meses de junio, julio y agosto, el balance de riesgos inflacionarios fue corrigiéndose paulatinamente a la baja respecto de lo que se había evaluado en mayo con ocasión del anterior informe de política monetaria. Al mismo tiempo, las condiciones monetarias en los mercados financieros se fueron tornando cada vez más expansivas.

Finalmente, en la reunión de política monetaria del 28 de agosto se estimó que la evidencia acumulada era suficiente para concluir que, de mantenerse inalterada la tasa de interés de política monetaria en 5,5% (sobre UF), el empuje de la demanda sobre los mercados internos en los trimestres venideros sería menor que el anticipado en mayo último, con lo cual se reducirían las presiones inflacionarias de mediano plazo.

Respecto de este último punto, quisiera reiterar que la meta de inflación es simétrica y, por tanto, el Banco Central actúa con igual resolución y firmeza tanto cuando la inflación amenaza con superar persistentemente el límite superior del rango como cuando ella se perfila por debajo del límite inferior, dentro del horizonte de proyección.
Bajo el nuevo esquema de política monetaria, y en el marco de la consolidación del superávit fiscal estructural de 1% del PIB comprometido por el gobierno para el próximo año, se estima probable que el crecimiento promedio de la economía durante los próximos 24 meses se sitúe en torno a 5,8% anual. Esto significa tasas de crecimiento alrededor de 5,6% para el año 2000; 5,7% para el 2001 y 6,3% el 2002. A su vez, el déficit de la cuenta corriente de la balanza de pagos alcanzaría cerca de 1% del PIB durante el presente año, entre 1,5% y 2,0% el 2001 y entre 2,0% y 2,5% el 2002.

En relación con estas proyecciones, quiero destacar que en septiembre de 1999 se previó para este año un crecimiento del PIB menor al actualmente vigente, en torno a 5%, el cual se fundamentaba principalmente en una recuperación de la demanda interna, con una demanda externa algo menos dinámica. Respecto de la cuenta corriente, en septiembre pasado se proyectó un déficit entre 3% y 3,5% del PIB, superior a la proyección presentada en la actualidad.

Es decir, ahora esperamos un mayor crecimiento del producto que el que preveíamos en nuestro anterior informe al Senado, así como un menor déficit en la cuenta corriente de la balanza de pagos.

No obstante el mejoramiento relativo respecto de lo previsto hace un año, las proyecciones de crecimiento para los próximos doce meses son ahora levemente inferiores a las que se presentaron en mayo último, y reflejan expectativas de dinamismo de la demanda interna algo menores a lo previsto entonces, que dominan por sobre los efectos positivos de un mejor escenario internacional y de condiciones monetarias más expansivas. En general, las proyecciones de crecimiento de los países latinoamericanos y otros países emergentes se han revisado hacia abajo, como consecuencia de la reducción en los flujos de capitales internacionales que alimentaban la demanda interna en estas economías.

Como es habitual, las proyecciones para la economía chilena se basan en el supuesto de trabajo de que la tasa de interés de política monetaria se mantiene fija en 5% (sobre la UF) por los próximos 24 meses. Asimismo, se considera un tipo de cambio nominal que evoluciona en una trayectoria intermedia entre lo que predicen los precios de los mercados de futuros y los valores compatibles con un tipo de cambio real constante en el horizonte de proyección.

Con relación al comportamiento de la inflación, las perspectivas de mediano plazo, esto es de 12 a 24 meses, se mantienen estables en torno a 3% anual. Sin embargo, las proyecciones de corto plazo son mayores a las que se habían previsto tanto en mayo pasado, como en septiembre de 1999, cuando se estableció una meta de inflación de +-3,5% a diciembre del año 2000.

Este incremento en la inflación de corto plazo, se explica por el efecto de las alzas en el precio de los combustibles, así como también por los ajustes en las tarifas de servicios regulados, como el transporte público y otras vinculadas al precio de los combustibles y al tipo de cambio.

Se estima que las holguras de capacidad existentes en los mercados internos serán el principal factor de contención de las presiones inflacionarias durante los próximos dos años, compensando el mayor empuje de los precios importados y el costo de los combustibles.

El repunte esperado de los precios internos en el corto plazo debe ser transitorio, ya que está estrictamente vinculado al comportamiento de ciertos precios específicos que tiene carácter no recurrente, por lo que no marca tendencia en la evolución futura de la inflación.

En efecto, la proyección de la inflación subyacente, medida por el IPCX, se mantiene estable en 3,5% anual para el último trimestre del presente año. Se proyecta que la inflación total medida por el IPC superará esta cifra en algo más de 1 punto porcentual, y convergerá hacia un 3,5% en un plazo relativamente corto, del orden de 6 a 9 meses, una vez que el efecto de arrastre de los aumentos de precios específicos que se produjeron en la primera parte del presente año desaparezca de la medición anual. En el año 2002, se proyecta que tanto el IPC como el IPCX estarán en el centro del rango meta.

Más allá del horizonte de un año, las perspectivas inflacionarias se mantienen estables en torno al valor central de la meta rango, luego de la reciente disminución de la tasa de interés de política. La proyección de la inflación medida por el IPCX es similar a la de mayo, mientras que la de inflación IPC es menor debido a una caída esperada en el precio de los combustibles más acentuada que la prevista anteriormente.

Hay cambios relevantes en las condiciones macroeconómicas que han modificado el escenario en el que se desenvuelve la economía chilena y que deben ser tomados en cuenta al proyectar su evolución futura, tanto en términos de inflación como de crecimiento y empleo 38. Entre estos cambios, que se han ido desarrollando en el curso del último año y medio, cabe destacar: (1) la menor oferta de capitales internacionales; (2) la adopción y mantención de un esquema de flotación cambiaria que transparenta los riesgos financieros del endeudamiento en moneda extranjera; (3) el mayor nivel de compromisos financieros acumulados por los consumidores y las empresas nacionales; y (4) el esfuerzo de consolidación fiscal puesto en marcha recientemente.

En su conjunto, la consecuencia principal de estos desarrollos, es que el ritmo de crecimiento de la demanda interna durante los próximos años debería ser inferior al observado durante la década pasada. Esta situación a su vez produce otros efectos en la economía: (1) por una parte, cabe esperar un mayor peso relativo de los sectores productores de bienes transables internacionalmente en la composición del producto y un menor déficit externo, a niveles más altos de exportaciones e importaciones; (2) de otro lado, es probable que se verifiquen ajustes más duraderos de precios relativos, como la compresión de los márgenes de comercialización, el menor crecimiento de salarios reales y la depreciación del tipo de cambio real; y (3) los ajustes sectoriales inducidos por el cambio en los precios relativos requieren de gran flexibilidad en los mercados de productos y factores para materializarse con el mínimo costo social. Estos efectos se ven, sin duda, acentuados por el cambio tecnológico en materia de información y comunicaciones iniciado a fines del siglo XX.

Con relación a la política monetaria, el corolario de esta visión del escenario futuro es que los riesgos de una aceleración de la inflación en los próximos trimestres son reducidos, y que, de mantenerse las condiciones implícitas en las proyecciones, las tasas de interés pueden permanecer en su nivel actual.

No obstante lo anterior, es necesario señalar que un diagnóstico que ponga mayor peso en la evidencia histórica de la década pasada apuntaría a una rápida consolidación de la recuperación ya en marcha, apoyada en las promisorias perspectivas que ofrece la economía mundial, así como en niveles expansivos de tasas de interés y del tipo de cambio real. Este escenario propiciaría una transmisión mayor de las presiones inflacionarias.

A la luz de la evidencia que se fue acumulando en los últimos meses, el Consejo del Banco Central le asignó una mayor probabilidad de ocurrencia al escenario de menor dinamismo de la demanda interna, y, como consecuencia, decidió reducir la tasa de interés de política en la reunión del 28 de agosto. Sin embargo, no se puede descartar del todo un escenario más asimilable a la evidencia histórica, pese a los importantes cambios registrados en diversas variables fundamentales. La información futura será sin duda crucial para validar una u otra visión.

Los riesgos evaluados no sólo conciernen a los desarrollos de la demanda y oferta internas. Aún persiste en el entorno internacional, aunque tal vez con menos fuerza, el riesgo de un aterrizaje forzoso de la economía norteamericana. Ello podría disminuir las perspectivas de mediano plazo para el crecimiento de la economía chilena y su tasa de inflación, no obstante que, en un horizonte menor a un año, la depreciación previsible del peso podría elevar el registro inflacionario. Asimismo, el precio del petróleo y el tipo de cambio son variables volátiles y notoriamente difíciles de proyectar en el corto plazo. Una trayectoria de éstas distinta a la considerada en el escenario base podría tener incidencia en las proyecciones de inflación en el corto y mediano plazo.

Finalmente, no se puede dejar de mencionar la mayor preocupación que existe en el sector privado sobre el grado de flexibilidad que exhibirán en el futuro los distintos mercados internos, y su capacidad de adaptación a los cambios en el escenario externo y la tecnología. Asimismo, el cumplimiento de la orientación más estricta que deberá exhibir la política fiscal durante éste y los próximos años condiciona las proyecciones de demanda y tipo de cambio y, por tanto influye sobre las expectativas, los precios relativos y la adaptación de la economía a estos con mayor o menor rapidez.

En los temas de flexibilización y adaptación, el Banco Central ha tenido un rol destacado. A los ya mencionados cambios en la implementación de la política monetaria y flexibilización del mercado cambiario, se unen importantes medidas tomadas tendientes a una mayor modernización del sistema financiero chileno, así como también hacia una creciente integración de este en los mercados financieros internacionales.

De igual forma, se han tomado importantes decisiones tendientes a reducir los riesgos y aumentar la eficiencia del sistema financiero nacional, en función de los requerimientos de los estándares mundiales, junto con buscar mayor perfeccionamiento y modernización del sistema de pagos.

Adicionalmente, durante el presente año se continuó liberalizando la cuenta de capitales, facilitando un mayor grado de integración financiera internacional. Dentro de lo más significativo, destacó la eliminación del plazo mínimo de permanencia de un año para las inversiones y aportes de capital, medida coherente con el nuevo esquema de políticas macroeconómicas y con la libre flotación del tipo de cambio. Una lista completa de todas estas medidas se encuentra en el Informe que hoy tenemos el honor de poner a disposición del Honorable Senado.

Otro hito importante ocurrido durante el presente año, dice relación con la emisión internacional de bonos indizados en moneda chilena realizada por el Banco Mundial. Esta emisión, por haber sido hecha por ese prestigioso organismo internacional, se caracteriza por tener un bajo nivel de riesgo en el plano mundial. Por esta razón, se constituye en un instrumento atractivo para los inversionistas extranjeros por el hecho de poder tomar riesgos en moneda chilena y lograr así una mayor diversificación de sus carteras, lo que representa un paso importante hacia la integración financiera de nuestro país con el resto del mundo.

El escenario externo en el que se desenvuelve la economía chilena es distinto del que vivimos en la década pasada. El financiamiento externo probablemente será menos abundante en los años venideros pero, a la vez, la revolución tecnológica en marcha en el mundo ofrece nuevas oportunidades sobre las cuales cimentar nuestro crecimiento futuro. Para aprovechar estas oportunidades, es crucial preservar e incrementar la flexibilidad y capacidad de adaptación de nuestros mercados internos. Deterioros en este ámbito afectarían negativamente la inversión y la productividad de la economía chilena, disminuirían nuestro potencial de crecimiento en el mediano plazo y coartarían de plano el aprovechamiento de nuevas y mejores oportunidades para nuestro país.